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“MISTERIOS EN LA ALHAMBRA”

a view of a city

Los trabajadores que participaron en la reconstrucción del palacio en una zona de derruidos muros del Alcázar, un palacio de invierno cuya obra sería encargada a Pedro Machuca, empezaron a sentir presencias dentro de la Alhambra. Una vez realizada aquella obra, empezamos a habitarlo, como por ejemplo el tabernero Juan Abenhun, de ascendencia morisca, junto a su sobrina Isabel, una joven muy atractiva y de gran belleza.

Todos admiraban a aquella mujer, y el arquitecto Pedro Machuca comenzó a tener una relación oculta creando una situación comprometida.

La chica, al vivir en el palacio, pasaba muchos de sus ratos libres paseando por los jardines del palacio y sobre todo dicen que pasaba muchas horas en un sitio muy particular: la zona del subsuelo de la Sala Comarex, donde se quedaba mirando a las esquias y a cada rincón del palacio-fortaleza nazarí, como si viera algo que sólo ella podía ver.

Comezaron los rumores que apuntaban a fantasmas y extrañas presencias en la Alhambra, como en su día Washington Irving narraró de forma literaria e imaginativa.

Pedro Machuca aprovechó el momento de temor para alejarla del lugar y vivir su relación más discretamente. No obstante tuvo una visión estremecedora: unos duentes que le indicaban el lugar donde podrían encontrar un enorme tesoro.

Isabel y un joven enamorado inmediatamente se dispusieron a buscarlo, encontrando dos jarrones llenos de doblas de oro que solucionó sus vidas.

De esta historia surgió una leyenda, la de la existencia de un grupo de duendes que pertenecen a una tribu árabe, cada 2 de enero, una vez cada siglo, cada 100 años, estos duendes regresan, se aparecen y comprueban si la Alhambra ha regresado a manos musulmanas.

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